Siempre hablamos, de que ha este tipo de torneos no se puede ir a aprender, creo que hay excepciones y una de ellas ha sido Costa Rica. Una ‘camada’ de jóvenes guiada por un técnico audaz en su verborrea, pero también en sus conocimientos.
Cuántas veces quisimos dar ese paso y siempre ocurrió algo negativo; o el técnico no creyó o le tuvo miedo, o bien una dirigencia blandengue no tuvo convencimiento y menos credibilidad.
Se apostó esta vez a una decisión de consenso y por ahí vamos, por un camino que no deja muchas dudas. La mayoría fue beneficio casi de manera integral. La presentación de Costa Rica fue muy aceptable en resultados y aprendizaje. Los tres fogueos nos hicieron competir, aunque de manera desigual por la calidad de los rivales.
Claro que estamos muy lejos de ser una selección competitiva, en más de 270 minutos solo realizamos dos remates a marco, eso sí con promedio del 100% de eficacia.
La Conmebol reparte USD $72 millones, de los cuales USD $32 millones, fueron distribuidos entre las 16 selecciones participantes. Se espera recaudar arriba de $500 millones y una vez contabilizados los gastos de logística (traslados aéreos y terrestres, hoteles, alimentación, arbitrajes, administrativos) se calcula que no menos de $200 millones serán embolsados por la Conmebol, situación económica que no tiene parangón en la historia de este certamen.
El actual Comité Ejecutivo de la Federación Costarricense de Fútbol, trata de evitar el dispendio y el escarnio público tan cuestionado en anteriores homólogos.
Todo ha sido en gran parte beneficio. No menos de seis jugadores se convertirán en legionarios y mayormente competitivos. La paz y la tranquilidad del entorno de la Tricolor nos muestran a la distancia un camerino sano, unido, respetuoso. Un logro de Gustavo Alfaro que ha logrado congeniar con la mayoría, aunque como es normal uno que otro pueda estar inconforme y hacer sus reclamos justificados o no.
Los dividendos deportivos los veremos a mediano plazo y habrá algunos momentos en que hay que tener paciencia Franciscana. Los millones que entrarán a los clubes por venta o préstamo de jugadores, las granjerías que van a lograr los futbolistas en imagen, ingresos, cultura y desarrollo personal, será grande si lo saben aprovechar.