La historia de la Concacaf en materia de escándalos por corrupción no tiene límites y todo parece indicar que sigue enferma.
Todos entendemos que México lleva el dinero a las competencias internacionales, especialmente en Estados Unidos donde millones de habitantes son de origen mexicano. De antemano conocíamos que a los aztecas los llevarían a la Final Four y a la Copa América 2024 a cualquier costo y cualquier forma, los antecedentes así lo indicaban.
México, es el que lleva el “billete” y hay que cuidarlo y ayudarlo. En la final de la Copa Oro 2015, en Atlanta, les robaron la clasificación a semifinales a Panamá que jugaba mejor y cuando el juego terminaba para ir a la gran final vino el penal de la vergüenza en el minuto 89 cobrado por Andrés Guardado. El juego estuvo paralizado más de 10 minutos por la polémica que generó ante el escepticismo de todos.
En el vestuario los panameños mostraron una pancarta que decía “Concacaf ladrones y corruptos”. El “Piojo” Herrera dijo sin ningún sonrojo: “No merecíamos ganar, pero en el fútbol a veces te dan y a veces te quitan”.
Al final de cuentas, el fútbol es un negocio, sólo que el comercio lucrativo y los anchos bolsillos de la Concacaf no los llena nada. No olvidemos el penal inexistente pitado en contra de Costa Rica por el árbitro guatemalteco, Walter López, en cuartos de final cuando ya nos encaminábamos a los lanzamientos de penal.
En el arbitraje centroamericano han encontrado el “tonto útil” o el “conejillo de indias” para todas sus fechorías como Iván Barton, quien tuvo una actuación desvergonzada en su conducta corrupta en el juego de México y Honduras. Hablar de moral en la Concacaf es un caso perdido, la infamia futbolística y el manejo turbio que se le dio a este partido es sinónimo de cleptocracia.
Lo ocurrido fue como si hubiera caído una bomba en la afición “catracha”. Todo era incredulidad, lo del empate en tiempo de reposición, el agregado del agregado, la repetición tres veces de uno de los penales ya era demasiado flagrante. Una vez más a México no le faltaron los “amiguitos” para avanzar.
Es claro que el tema no es de competencia sino económico. La dirigencia de nuestra zona son una peste arraigada y de actuar sistemático en la que triste y dolorosamente es poco o nada lo que se puede hacer.