Carlos Alvarado Villalobos, “El aguilucho”, legendario y sobresaliente figura en los equipos y en la selección.
Pasó por el América de México y el América de Cali de Colombia, reforzó al Club Sport Herediano en la gran victoria del equipo florense ante las Chivas de Guadalajara 2 por 1 en México, también reforzó al Orión frente al San Lorenzo de Almagro donde derrotaron a los argentinos 4 por 1.
Un recuerdo imperecedero para la afición alajuelense, fue cuando golearon 6 por 0 al Genoa de Italia a pesar de haber recibido remates de toda distancia y dirección mantuvo el marco en cero. Hay muchos memorables encuentros como el empate a cero ante el Botafogo de Brasil que venía goleando a todos los equipos por América. Uno de los encuentros más recordados fue el empate ante el Boca Juniors de Argentina cuando faltando sólo tres minutos para terminar el juego, le detuvo un penal al famoso futbolista Busico; ese día don Otilio Ulate Blanco, presidente de Costa Rica, les entregó el trofeo a los suramericanos y se desprendió de su reloj de oro y se lo obsequió a don Carlos por su inolvidable y gloriosa actuación.
Carlos Alvarado jugó 15 campeonatos con Liga Deportiva Alajuelense y logró seis títulos. Nació en Santa Bárbara de Heredia en 1927. Fue un guardameta querido y casi venerado por el liguismo, adoptó a Alajuela como su ciudad y cada vez que salió del país a jugar en México, Colombia o la vuelta al mundo siempre confesó los deseos de regresar a tierras manudas.
Boca Juniors y Genoa de Italia lo quisieron contratar, pero su amor por su esposa Maruja Ardón y el temor de alejarse tanto lo hicieron desistir.
Don Carlos, tuvo cuatro hermanos, tres hombres y una mujer. Sus dos hermanos fueron destacadas figuras en Herediano y Alajuelense, León y “Farachin” Alvarado.
Su hermana dio a luz dos hijos de diferente padre, el extremo Carlos Mejía, jugador de la Liga y Municipal Puntarenas y el guardameta Gerardo Hidalgo, que jugó con nueve equipos.
Una de las características que hacían diferente al “Aguilucho”, fue que casi nunca rechazaba los balones, sino que los atrapaba.
De don Carlos Alvarado, me llevo algunos recuerdos de los dos años que lo vi jugar, pero el principal fue su amistad pura, las extensas conversaciones y los recuerdos imborrables.