Estamos al borde del precipicio y sólo un milagro hará que al futbol de Costa Rica lo veamos en Catar. Dolorosamente es una realidad que nos desnuda en el mundo.
Aquel grupo de jugadores que llegó al Mundial de Italia 90, que enfrentó a grandes selecciones, que nos permitió ganar dos juegos y ocupar honrosamente la posición número 13.
¿Saben a cuántos campeonatos mundiales tuvo que asistir México para ganar dos juegos como lo hizo Costa Rica en su primera cita? Necesitó que pasaran nueve copas del mundo para lograr dos triunfos, fue en su país en México 70.
Hubo dos citas mundialistas vergonzosas: Alemania 2006, la peor posición de nuestra selección con un deshonroso lugar 31 de 32 selecciones participantes. La segunda pena y enorme tristeza para nuestra Tricolor se da en el mundial de Rusia 2018 donde ocupamos el lugar 29.
Es claro que Italia 90 y Brasil 2014 son dos oasis en medio de un desierto lleno de sinsabores y desagradables resultados. Ese costoso y trabajado octavo lugar de Costa Rica en Sudamérica quedó para la historia como la mejor participación de un equipo de toda el área de Concacaf fuera de su país, además de regresar invicto en tiempos reglamentarios, ante tres campeones mundiales, Uruguay, Inglaterra, e Italia, el ganador de la Eurocopa 2004 Grecia, y una gran selección europea como Holanda.
El futuro incierto y los desaguisados que arrastramos de los últimos años empañan todo lo sobresaliente de Italia y Brasil. ¿Cuántos técnicos? ¿Cuántos palos de ciego? ¿Cuántos fracasos en todas las divisiones?
Algunos consideran que lo mejor que le puede suceder a nuestro fútbol es no clasificar y hacer una barrida total. Si eso fuera así, hasta lo imploraríamos, pero conociendo la actual dirigencia y el “quítate tú para ponerme yo” no le vemos mayor porvenir.
Algunos miembros del Comité Ejecutivo, actuales directivos de clubes y aspirantes a la presidencia de la Fedefutbol aunque no lo digan abiertamente, hasta buscan un cargo en la Concacaf. Otros que están fuera de un “petit comité” que comanda el “napoleoncito” del fútbol Rodolfo Villalobos, quien se enoja porque lo llaman prepotente o arrogante.
La encrucijada que nos espera es una absoluta nebulosa que nos mantendrá en esta modorra e incertidumbre no sabemos por cuánto tiempo más.