La UEFA informeó este jueves que la final de la Champions League, entre Chelsea y Manchester City, ya no se jugará en el Estadio Ataturk de Estambul sino en el Estadio do Dragao de Portugal.
Inicialmente la sede para este compromiso era Turquía, pero debido a que el Gobierno del Reino Unido colocó a ese país en la lista roja de destino de viaje por la COVID-19, la UEFA se vio obligada a hacer el cambio.
Si se hubiese mantenido la sede, ningún aficionado de los clubes finalistas hubiera podido asistir al partido, por lo que la UEFA hizo lo necesario para asegurar que los aficionados de los dos finalistas pudiesen asistir.
“Creo que todos estamos de acuerdo en que esperamos no volver a vivir un año como el que acabamos de sufrir. Los aficionados han tenido que sufrir más de doce meses sin poder ver a sus equipos en directo y llegar a una final de la Champions League es la cúspide del fútbol de clubes.
Privar a esos aficionados de la posibilidad de ver el partido en vivo no era una opción y estoy encantado de que se haya encontrado este compromiso.
Después del año que han soportado los aficionados, no es justo que no tengan la oportunidad de ver a sus equipos en el partido más importante de la temporada.
Una vez más hemos recurrido a nuestros amigos de Portugal para que ayuden tanto a la UEFA como a la Champions League, y estoy, como siempre, muy agradecido a la FPF y al Gobierno portugués por haber accedido a organizar el partido con tan poca antelación”, afirmó el Presidente de la UEFA Aleksander Ceferin.
La UEFA discutió trasladar el partido a Inglaterra, pero, a pesar de los exhaustivos esfuerzos de la Federación de Fútbol y de las autoridades, no fue posible conseguir las exenciones necesarias de las disposiciones de cuarentena del Reino Unido.
La capacidad del estadio para el partido se definirá y anunciará a su debido momento. Sin embargo, para los aficionados del Manchester City y Chelsea se pondrán a disposición un mínimo de 6 mil entradas para cada uno.