Dicen que la justicia tarde o temprano alcanza al culpable. Henry Figueroa, el “Rodman” del futbol hondureño, por su cuerpo con 35 tatuajes ha sido castigado por la FIFA de toda actividad del fútbol local e internacional por los próximos dos años. Figueroa cumplía como jugador del Vida FC.
Hace pocos días confesó a la prensa de su país que habían sido casi tres años muy duros. “Esto viene de Dios y nadie más, ya me hizo pasar por esas pruebas duras que no fueron nada fácil. Aquí estoy de pie, soy un ejemplo a seguir porque nunca baje los brazos”.
Hay que remontarse al 2019 cuando el “catracho” no quiso someterse a una prueba antidoping, luego de fingir que recibía una llamada donde según él le informaban de la muerte de su madre y entre sollozos realizó un viaje repentino a Honduras a estar cerca de tan querido ser.
¡No era cierto! Él inventó toda esa trama para escapar de la prueba luego de un partido ante el Herediano.
Esta noticia sobre su sanción ha llegado en el peor momento, dado que Henry Figueroa ha tenido un cambio impresionante como persona y jugador, se le dio la capitanía del Vida FC por su comportamiento y liderazgo. En las últimas semanas se acercó al creador buscando el único camino a la felicidad.
“Todos tenemos derecho a equivocarnos y a redimirnos”, manifestó.
Henry, estuvo muy cerca de tocar las puertas de la muerte en el 2020 cuando sufrió un atentado en Tegucigalpa, su automóvil recibió varias descargas de balas, dichosamente los múltiples disparos no culminaron con la muerte del futbolista ya que los vidrios de su vehículo eran a prueba de balas. En su momento se comentó que todo había sido un montaje para que le cuidaran a su familia ya que él andaba en no muy buenos pasos.
A Liga Deportiva Alajuelense llegó con las mejores credenciales luego de grandes actuaciones con el Motagua y la selección nacional de Honduras. Con los manudos jugó 34 partidos, la mayoría con buena calificación. Indisciplinado y problemático fue sancionado 6 meses por darle un pelotazo a un árbitro de forma intencional y con toda alevosía, esto lo obligó a trasladarse a Estados Unidos para jugar en ligas piratas para ganarse algunos dólares y poder sobrevivir.
Ojalá ese cambio espiritual le ayude en este momento cuando la FIFA lo separa de su gran idilio, el fútbol.