Con una remontada histórica y épica por demás, el Club Sport Herediano sumó su título número 27.
Esta fue una final de finales, no se recuerda haber vivido un cierre de campeonato con tantos apasionados momentos. Sólo habían corrido 10 minutos y los florenses se quedaban sin su técnico titular, aunque en el banco tenían dos experimentados relevos Hernán Medford y Rolando Villalobos. Fue un partidazo con muchos goles y momentos mágicos.
Todos los títulos son importantes, pero el logrado por el “Team” no tiene parangón por su imponente escalada en el marcador
El Club Sport Herediano supo sufrir como ninguno, en la última fecha de la primera fase estaba fuera, pero Cartaginés le dio una mano y de ahí en adelante tuvo un crecimiento impresionante, arrancó con fuerza imponente en la recta final y nadie lo pudo frenar, dejando en el camino a todos sus rivales, tanto en la Liga de Concacaf como en el torneo local.
Herediano se mostró indestructible, encadenó una racha descomunal, logrando sacudirse de la adversidad en el autogol de Arellano, y luego tuvo una remontada alucinante. Nueve goles en dos juegos es mucho, sobre todo un gol que tuerce la historia en el último suspiro del partido, y donde unos minutos antes Jairo Arrieta les había perdonado la vida.
Los rojiamarillos sepultaron al rival y lograron empequeñecer el estadio Ricardo Saprissa. Este título será recordado y perdurará en el tiempo porque el equipo pasó angustias que cada vez lo hicieron más fuerte.
El fútbol es de momentos y fue lo que hizo el mexicano Aldo Magaña con un certero cabezazo que puso el 2 – 3 y donde se vio que los saprisistas no estaban preparados para sufrir y menos para esperar una gran remontada del rival, en su estadio, el que habían denominado como la inexpugnable “Cueva” morada.
Todavía hoy los morados deben estar repasando esa película de terror y alta tensión que les proyectó el Ricardo Saprissa como si los llevaran en una montaña rusa llenos de pánico. Herediano sacó todo el colmillo y supo congelar los últimos minutos del partido, se parapetaron atrás con dos líneas bien juntas y un candado con doble pasador.
El trofeo de campeón esta literalmente bañado de sangre, sudor y lágrimas. ¡SALUD CAMPEONES!
Leonel Jiménez Rojas, periodista.