En la Liga Deportiva Alajuelense hay una historia repetida y lo peor no se logra un cambio. La dirigencia rojinegra, en logro de títulos, ha vuelto a tropezar.
La reacción de los fanáticos destruyendo un portón, invadiendo la cancha, encarando a los jugadores y supuestamente amenazando a familiares de los futbolistas, no puede pasar inadvertido.
Sin que se esté de acuerdo con estos actos, es una clara advertencia de que el fanático ya se cansó y esperan se produzca algo más que una cirugía. Llenar la cancha de “estrellas” pero sin funcionamiento o fichajes onerosos que no responden en el terreno es lo que sucede con los rojinegros. Ocho jugadores que se reparten $130 mil por mes, pero sus réditos son paupérrimos.
¿Quién manda en la Liga? La reiterada pregunta de los fanáticos.
Lleida estuvo bien en el CAR de dónde no debió salir, sin embargo, le entregaron el juego de llaves completo para que tropiece una y 100 veces sin aparecer como responsable ante sus “jefes”.
Las contrataciones de “Cracks” improductivos, además de técnicos que han venido a aprender en el país y que han sido un rotundo fracaso. Su amiguismo y no sabemos si algo más, tiene aa histórico equipo rojinegro con las “patas pa´rriba”.
Es claro que ni el Centro de Alto Rendimiento, ni la fuerte chequera ganan títulos. Se requiere inteligencia, conocer de fútbol, pelear de tú a tú en todos los campos.
Ya se agotó el tiempo para mucha gente en el club, no sé cuál es la cuota de culpabilidad del señor Fernando Ocampo y su entorno directivo, pero por sanidad del club y en convencimiento mutuo deberían dar un paso de costado, se han convertido en una dirigencia desgastada sin reacción ante esta cadena de fiascos.
La trepanación rojinegra debe iniciar cuanto antes y en esto la Asamblea de Asociados tiene una alta cuota de culpa. Muy bien los títulos de liga menor, excelente el bicampeonato de las leonas.
Los trofeos del primer equipo, solo uno en 16 campeonatos, tiene con el estomago revuelto al liguismo que dejó de creer en lo que se hace en el club de sus amores.
El técnico Albert Rudé ha manifestado que no fue un fracaso, sino un objetivo no conseguido. Semejante desparpajo ha hecho que los fieles seguidores de la divisa rojinegra se llenen de rabia y escepticismo.